Para muchos niños, superar las dificultades de aprendizaje puede marcar una diferencia crucial en su desarrollo académico y emocional. Existen casos en los que, a pesar de tener un Cociente Intelectual (CI) dentro de la media o incluso superior para su edad, su rendimiento escolar no refleja su verdadero potencial. Este desajuste puede generar frustración, afectar su autoestima y limitar su desarrollo personal.
La intervención parte de una comprensión profunda de cómo las estructuras y redes cerebrales interactúan con los procesos mentales y emocionales. Antes de comenzar, se realiza una Evaluación Neuropsicológica, que permite identificar áreas específicas que requieren atención.
El perfil y ritmo de la persona, integrando aspectos cognitivos, emocionales y conductuales.
Las demandas reales del entorno escolar, familiar o social, ajustándose a las necesidades de la persona.
La motivación, partiendo de los intereses personales y reforzando su autoconfianza.
Las actividades están diseñadas para estimular de manera específica distintas funciones cerebrales, entre las que destacan:
Mejorar la concentración y la capacidad de focalización en tareas concretas.
Trabajar tanto la memoria a corto como a largo plazo, optimizando el almacenamiento y la recuperación de información.
Fortalecer habilidades como la planificación, toma de decisiones y resolución de problemas.
Potenciar la comprensión y expresión verbal, claves para la comunicación efectiva.
Desarrollar la capacidad para interpretar estímulos visuales y espaciales, fundamentales en tareas cotidianas.
La estimulación neuropsicológica es una intervención científica y personalizada cuyo objetivo principal es mejorar o preservar las funciones cognitivas y emocionales. Se adapta a las características y necesidades específicas de cada persona, favoreciendo su desarrollo integral y contribuyendo a una mejor calidad de vida.
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